Los cruceros en el Pirineo aragonés, al igual que en otras zonas especialmente del norte de la península, se disponían en aquellos lugares donde dos o más caminos se entrecruzaban. De ahí, obviamente, su nombre. No sólo mantenían una utilidad señalética, sino que buscaban también la bendición y protección divinas para todo aquel que transitaba por estos itinerarios.
En Sardas, localidad que hoy pertenece al municipio de Sabiñánigo en la Comarca del Alto Gállego, existe uno realmente bonito. Está construido totalmente en piedra con esa tosquedad propias de la historia y el arte antiguos de nuestras montañas. El crucero marca la encrucijada del camino entre Lárrede y Osán.
Se alza sobre una base de forma cilíndrica de piedra, y se eleva a través de un fuste de base circular. La cruz que corona este Bien de Interés Cultural expone por un lado un Cristo, y una Virgen por el otro. Casi me atrevería a decir que esta Virgen es la del Pilar (aunque esto es cosecha propia y no lo puedo confirmar de manera certera), ya que la imagen aparece sobre lo que parece una pequeña columna, y la cercana iglesia de Sardas está dedicada también a ella.
No es el único crucero de esta amplia zona. Todavía quedan en pie algunos (supongo que otros se habrán perdido) como en Sabiñánigo Alto (Museo de Artes del Serrablo), Puente de Sabiñánigo, Orna de Gállego, Fablo, Borrés, etc.
A pesar de la evidente simbología cristiana, hay quien identifica también a los cruceros con lugares especialmente mágicos o de poder. Según esta creencia, esta tradición se cristianizó con el tiempo, y en el fondo subsistiría todo un simbolismo: la encrucijada de caminos con la encrucijada de una importante toma de decisiones.
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