martes, 1 de abril de 2014

SANTA LUCÍA, O LA PARDINA BERALAVILLA


Debo reconocer que esta pardina me desconcertó desde un principio. Y es que, actualmente no existe ningún pueblo, caserío, pardina o accidente geográfico que se denomine “Beralavilla” o de forma similar. Tampoco existe partida, barranco o río con dicho nombre. Así que no me quedó más remedio que buscar sobre la documentación histórica que tenía una posible ubicación.

Por otro lado, aplicando algún criterio lingüístico (materia en la que no soy experto), entendí que Beralavilla podría descomponerse en –villa y Berala. Entendiendo además que en aragonés, la “v” podríamos decir que no existe, probé a cambiar estas dos consonantes. El resultado fue Veralavilla, o Villa de Verala. Ahora las cosas cambiaban un poco, ya que esto me permitía una nueva forma de buscar sobre el terreno y sobre los mapas. La pista venía por Verala, o tal vez “Veral”, uno de los ríos que “cuadran” con su ubicación.



La documentación también apuntaba a la misma zona, o mejor dicho, al mismo núcleo de población: Santa Lucía (Santa Luzía en aragonés). Acudí al lugar, cruzando la Foz de Biniés, camino de Ansó, y quedé convencido. Más adelante pude confirmar la identificación de Beralavilla y Santa Lucía con otros estudiosos.
Hoy Santa Lucía, seguramente Beralavilla, la villa que se asienta al lado del río Veral, es una pequeña pero coqueta aldea. Los edificios que podemos observar son típicos de la construcción de montaña aragonesa, donde la piedra es el material fundamental para la construcción de muros, los tejados suelen ser de doble agua, y algunos presentan un achatamiento que da mayor fortaleza a la estructura. Algunos edificios viejos y ruinosos dedicados en su día a la agricultura y la ganadería conviven con alguna explotación ganadera moderna.


Como es costumbre, los sillares más fuertes conformarán las esquinas, dotando de mayor fuerza a los muros, y alternando por filas longitudinalmente cada uno de ellos. Las pocas chimeneas que veo no son troncocónicas, sino de base cuadrangular. Eso sí, las fuertes cerraduras interiores de las viejas casas esperan que algún día la vieja llave de herrero penetre su hendidura para abrir, quién sabe cuándo, el portalón y dar salida a la cantidad de recuerdos y sueños que quedaron un día encerrados en bordas y otros edificios. Algún trucador interesante decorado con dos pequeñas estrellitas (al estilo de la conocida hexapétala) lucha cada día contra el óxido, en una batalla desigual que comienza a perder. Ventanas con los marcos pintados en blanco se asoman junto a otros vanos a la calle de tierra, piedra y barro.





Pero, evidentemente, si hay un edificio que llama la atención es la iglesia (en ocasiones resulta difícil visionarla según el lugar desde el que la observamos), hoy perdida en gran medida en el laberinto de la ruina y la vegetación. Se trata de una iglesia claramente románica que, como decía anteriormente, tiene el techo caído. Con seguridad, la iglesia es lo que queda de la antigua Pardina. Llaman la atención diversos aspectos, y sin ánimo de ser exhaustivo, destacaré los siguientes.


En primer lugar la espadaña, con dos huecos para las campanas que un día avisaron a la población, a la pardina, de los diversos eventos: bodas, bautizos, funerales, incendios, glorias…Hoy se mantiene en pie, y tengo que reconocer que la batalla que mantiene a diario con la espesura la convierte en un auténtico titán.


El interior de la iglesia tiene algo de mágico. La luz del sol, la humedad de la lluvia, la solidez de la roca, el abrazo de las zarzas y el color de la hierba…ambientan un lugar sagrado a cuyos lados podemos observar varios arcos apuntados tal vez antiguas y pequeñas capillas que fueron objeto de culto por los moradores.


Paradójicamente, si es complicado hoy ubicar la Pardina de Beralavilla (o Veralavilla, Beralabilla, Braslavilla..) sobre el mapa y el terreno, y debiendo apostar por su identificación con el pequeño núcleo de Santa Lucía, la documentación histórica en cambio es muy abundante. De hecho de una búsqueda por los registros, aparecen numerosos textos donde se cita (siempre con independencia de que el contenido concreto se ajuste a la realidad, cuestión que dejo aparte; es indudable la existencia del núcleo si aparece en un texto histórico). Destacaré los siguientes. 

Existe un documento nada más y nada menos que del siglo IX, y específicamente del año 858, que lleva como título “Copia de la carta de fundación del Monasterio de Cillas”. Existe otro documento bajo el mismo título del año 928. Si estos documentos (reales) responden con veracidad al a fundación de dicho monasterio, pero lo que es seguro es que cita ya en dicha fecha a la pardina de Beralavilla como parte de sus propiedades. El resumen que se realiza desde el Archivo Histórico Nacional es el siguiente: “…Copia que contiene la carta de fundación del monasterio de Cillas por parte de Atilio y Gondisalvo, en época de García II de Pamplona y del conde Galindo en Aragón, fijandose los límites del monasterio (año 928 ); contiene también la copia del juicio habido ante el rey Sancho y la reina Toda entre el conde Galindo y los Habitantes de Beralavilla, por una pardina sita en Veralavilla; por último menciona el pacto al que llegaron Cillas y los habitantes de Cabañas durante el abadiano de Incalzato…” .

En el año 1042 aparece otro documento en el mismo registro, en el que parece ser que el rey de Aragón Ramiro I confirma ciertas posesiones al monasterio. El resumen del archivo dice literalmente: “…Ramiro I confirma al monasterio la posesión de los bienes que había poseído del abad Jimeno en los lugares de Biniés y Veralavilla que le había donado su abuela Blasquita y que después Ato Galíndez, hermano del abad Jimeno, e Íñigo López de Aquilue reclamaban al monasterio…” .

Del año 1076 es otro documento cuyo resumen de archivo es el siguiente: “…Acuerdo, ante el rey Sancho Garces y la reina Toda, por el que se establece que la pardina de Beralavilla, en la que se había levantado una iglesia a San Juan Evangelista, sería poseida y poblada por Galíndez Aznar, pero las décimas y las ofrendas serían por siempre del monasterio, estableciéndose además los límites del monasterio de Cillas…” .

De 1110, en tiempos de Alfonso I, es la siguiente sentencia que también nombra a Beralavilla:  “…Sentencia, dada en tiempos de Alfonso I, por la cual , basandose en lo expuesto en el pacto realizado ante Sancho Garcés y la reina Toda por los habitantes de Beralavilla con el abad del monasterio y el prior de Cillas, son estos últimos los que tienen el derecho de enviar el clérigo deseado y que este disponga de la décima y la ofrenda correspondiente…” .


El Justicia Pedro Ximénez” dictó igualmente una sentencia similar ocho años después: “…Sentencia dada por el Justicia Pedro Jiménez, por mandato de Alfonso I, en el juicio entablado entre el monasterio y los habitantes Beralavilla por la que se establece que es el abad del monasterio y el prior de de San Martín de Cillas deben enviar el clérigo que les parezca bien y que reciba la décima y la oferta tal y como esta escrito en un antiguo documento…” .

De 1187 data este otro documento que responde a la búsqueda de “Veralavilla”: “…Dodo, abad del monasterio, con el consentimiento de Lope, prior de Cillas, da a Bita Aznar, presbitero de Veralavilla, la mitad de una viña , propiedad de San Martín de Cillas, y que el mismo Bita había plantado antes, a cambio de un tributo anual de 1 cahíz de trigo y 1 cahíz de ordio pagadero al prior de Cillas….” . 

 A lo largo del siglo XIII, son hasta tres los documentos conservados sobre Beralavilla/Veralavilla, que responde a tributación de un viña, tributación para la construcción de un molino y un “perdón de daños a los habitantes de Cillas”. Son respectivamente de los años 1221 (2 ) y 1296 .

Los habitantes de Veralavilla perdonan a los habitantes de Cillas todos los daños que les habían hecho hasta ese día (izquierda). A lo largo del siglo XIV, también son varios los documentos que se conservan sobre Beralavilla/Veralavilla, relativos a tributaciones de campos (1342), de heredades (1325), de un casal (1321), de una heredad (1329) y de “Colación de un porción en la iglesia de San Juan de Veralavilla” de 1329 , cuya imagen aparece a continuación.

 También he localizado otros documentos que se refieren a una heredad y un casal de la Pardina de Beralavilla. Están datados en 1325 y 1321 respectivamente





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